PLAYSTATION 5 Y XBOX SERIES YA SON UNA REALIDAD
Con la presentación que el pasado miércoles realizó Sony, la mayor parte de las cartas se han puesto sobre la mesa.
La nueva generación de consolas ya tiene características, fecha y precio de lanzamiento, y ha costado porque el atípico año, sembrado de incertidumbre a causa del COVID-19 ha cambiado la estrategia de dos de los grandes del sector, que en lugar de fiarlo todo a una gran presentación, han ido dosificando los detalles sobre las cuatro máquinas que llegarán en noviembre al mercado.
Sí, son cuatro porque tanto Microsoft como Sony han apostado por una gama alta y una gama media para facilitar el acceso a esta nueva generación de consolas a un precio más bajo, si bien el planteamiento de ambas difiere bastante.
Microsoft ofrece una consola recortada a un precio muy contenido, mientras Sony lanza la misma consola, solo que sin el lector de discos y bajando el precio final cien euros.
A finales de 2014, Phil Spencer entraba a dirigir la división de Xbox con un objetivo: volver a poner los videojuegos en el centro de la experiencia, una estrategia que ha pasado por el lanzamiento de la consola más potente hasta la fecha, Xbox One X, la adquisición de nuevos estudios para desarrollar videojuegos –la falta de juegos exclusivos ha dañado la imagen de la marca-, la apuesta por la retrocompatibilidad –todas las máquinas nuevas son compatibles con los catálogos anteriores– y el lanzamiento de Game Pass, un servicio de suscripción que por 9,99 euros da a acceso a una lista de más de cien juegos, incluidos todos aquellos que lanza Microsoft Studios al mercado el día de su salida.
Es un movimiento arriesgado, quizá fruto de la desesperación, pero han creado un ecosistema muy atractivo de cara al jugador que ahora debe ser apuntalado con sus dos nuevas consolas, Xbox Series X y Xbox Series S, que llegarán al mercado el 10 de noviembre.
La primera es el buque insignia de Microsoft, se trata de una consola de diseño elegante y refinado, que recuerda a un mini-PC por sus dimensiones (301mmx151mmx151mm), y aloja en su interior una CPU Zen 2 personalizada de 8 núcleos a 3,8 GHz y una GPU que alcanza los 12 teraflops a 1,825 GHz con RDNA 2 personalizada, 16 GB de RAM, disco duro SSD NVME personalizado de 1 TB y un lector de Ultra HD blu-ray. A 499 euros, es una bestia parda que apunta a ejecutar con soltura juegos a resoluciones 4K y hasta 120 frames por segundo.
Xbox Series S sería, en cambio, una versión recortada a 299 euros y sin lector, con una CPU un poquito más lenta, es en la GPU que desciende hasta los 4 teraflops, la RAM, que pierde 6 GB, y el disco duro, que se queda en 512 GB, donde encontramos las grandes diferencias en una máquina que apuntaría a las resoluciones 2K y los 60 frames por segundo.
Obligados los desarrolladores a que todos los juegos sean compatibles con ambas consolas, cabe preguntarse si la Series S podría lastrar técnicamente a la Series X.
Por el camino, por cierto, se aprecia una subida de 10 euros en los precios de los juegos que en PlayStation 5 se ha materializado en los 79,99 euros por título y que en Xbox Series parece estar aún en el aire.