El peligro de la adicción de los niños a las pantallas: de necesitar un móvil a las 4 am a tener ludopatía
Desde pequeños los niños están expuestos a las pantallas actualmente. Tablet, teléfono móvil, televisor, videojuegos, computador, una larga lista de dispositivos que están en casa y a los que acceden desde edades tempranas. Un problema que está generando una gran consecuencia: adicción a las pantallas.
Según expertos, cada vez más niños presentan comportamientos adictivos relacionados con el uso de las pantallas, un problema que va mucho más allá de una simple afición. La situación ha llevado a consultas a menores de apenas ocho años, quienes, en casos extremos, llegan a despertarse a las 4 de la mañana para interactuar con sus dispositivos móviles.
Más de la mitad utiliza estos dispositivos como un refugio emocional cuando se sienten solos, tristes o enfadados, y uno de cada tres come o cena acompañado de su tableta o móvil.
La psicóloga Silvia Álava, en una entrevista con 20minutos, resalta que, aunque el uso prolongado de pantallas es un indicador, la clave está en la interferencia que estas tienen en la vida diaria del menor. Cuando las notas escolares empiezan a bajar, los deberes quedan sin hacer y los niños dejan de socializar o compartir tiempo con la familia, se evidencian los efectos de una posible adicción.
“Muchos de los menores no solo pasan tiempo con las pantallas, sino que llegan al punto de necesitar más tiempo, más estímulos o más recompensas digitales, lo que desemboca en un círculo vicioso de dependencia”, comenta la experta.
Un signo claro de una relación problemática con la tecnología es la aparición de ataques de ira y cambios de humor bruscos cuando los niños no pueden acceder a sus dispositivos o aplicaciones favoritas. Además, la adicción digital no es solo un fenómeno observable en el tiempo de uso, sino también en cómo los niños hablan constantemente sobre la tecnología, centrándose únicamente en videojuegos, redes sociales o la creación de contenido para plataformas como TikTok.
La psicóloga comparte casos de menores que han interrumpido su sueño para conectarse a internet y jugar, mencionando juegos como Brawl Stars.
Este comportamiento compulsivo puede derivar en un síndrome de abstinencia cuando se les retira el acceso, generando un sufrimiento que se transforma en frustración e ira. Álava señala que estos dispositivos se convierten en un “chupete emocional”, una herramienta que los niños utilizan para evitar confrontar emociones desagradables.
Esto se alinea con los resultados de la investigación de DKV, que relaciona el uso problemático de internet con un aumento en la incidencia de trastornos del estado de ánimo y una menor capacidad de empatía y socialización.
Cuál es la edad adecuada para que tengan su primer celular
Uno de los datos más preocupantes es que, en España, los niños reciben su primer móvil antes de los 11 años. Esta introducción prematura a la tecnología ocurre cuando el cerebro aún está en desarrollo y es especialmente sensible a los estímulos adictivos.
“Cuanto más joven es el niño, más difícil es para él discernir y manejar el contenido de manera consciente”, advierte Álava, subrayando la importancia de retrasar la entrega del primer móvil hasta, al menos, los 14 años.
La psicóloga insiste en que los niños menores de 3 años deberían evitar casi por completo el contacto con pantallas y, entre los 3 y 5 años, el tiempo de uso debería limitarse a 30 minutos al día.
Esta recomendación se basa en la premisa de proteger la etapa de mayor desarrollo cognitivo de los menores, evitando que las tecnologías interfieran en su crecimiento y en la formación de habilidades críticas para la vida, como la capacidad de concentración y la interacción social.
Qué deben hacer los padres para evitar la adicción a las pantallas en sus hijos
El desafío de la adicción a las pantallas no puede ser resuelto únicamente con controles parentales digitales. Álava enfatiza que “el mejor control parental son los padres mismos”, quienes deben estar presentes, observando y guiando el uso de la tecnología.
Supervisar qué contenidos consumen los niños y enseñarles a discernir entre lo real y lo ficticio son tareas esenciales para evitar la dependencia tecnológica.
Sin embargo, la psicóloga también sugiere que el problema va más allá del hogar y que es necesario plantear una regulación que ayude a prevenir el uso adictivo de la tecnología en menores. La falta de colaboración por parte de las plataformas y la ausencia de leyes específicas que controlen el acceso de los menores a contenidos potencialmente adictivos son barreras que deben ser abordadas con urgencia.